Quetzaltenango, Salcajá, Olintepeque, San Carlos Sija, Sibilia, Cabricán, Cajolá, San Miguel Sigüilá, San Juan Ostuncalco, San Mateo, Concepción Chiquirichapa, San Martín Sacatepéquez, Almolonga, Cantel, Huitán, Zunil, Colomba, San Francisco La Unión, El Palmar, Coatepeque, Génova, Flores Costa Cuca, La Esperanza y Palestina de Los Altos.
Cabecera departamental: Quetzaltenango.
Temperatura: Máxima 22 grados centígrados, Mínima 6 grados centígrados.
Este departamento tiene una superficie total de 1,953 kilómetros cuadrados, equivalentes al 1.8% del territorio nacional. A nivel departamental el 60.57% de la población es indígena, porcentaje superior al observado a nivel nacional (41.9%); predomina el grupo étnico mam y k'iche', pero también se habla el español. Es importante señalar que muchas de las mujeres indígenas jóvenes ya no visten sus trajes regionales (típicos). La población total del departamento de Quetzaltenango, la población de este departamento equivale a un 6.0% del total nacional (Guatemala). La composición de la población es de un 40% a nivel urbana y 60% a nivel rural.
Los atractivos turísticos de este departamento, resultan de una naturaleza en extremo variada y rica. Ante la imposibilidad de nombrarlos a todos, revisaremos los más conocidos, organizados en cuatro categorías: rutas de descubrimiento, volcanes, escenarios naturales o paisajes semis-agrestes y fuentes termales. Como complemento, un zoológico.
La más espectacular de las rutas es la que acompaña al Río Samalá en su viaje al mar. Es un pasadizo natural, recorrido por camino de asfalto, que conecta al altiplano con la costa. Por su intermedio se puede ir desde el bosque templado de coníferas hasta la calurosa sabana tropical, pasando por la selva subtropical del declive de la cordillera volcánica. Para el amante de las ciencias de la tierra, la multitud de detalles que afloran a lo largo del cañón resultan de un interés inimaginable. Combina el paisaje urbano de poblados tales como Cantel, Zunil, Santa María de Jesús y San Miguelito Calaguaché.
Otra magnífica ruta corre junto a la carretera departamental 3. Une a varios pueblos: La Esperanza, San Mateo, Ostuncalco, Concepción Chiquirichapa, San Martín Sacatepéquez, Colomba, Coatepeque, Bethania y Las Pampas. Al llegar a ésta, una pujante aldea, se está a un paso de la extraña zona de pampas, como se llama ahí a los pantanos y tierras anegadas. Previo a abandonar la altiplanicie, el camino pasa entre los volcanes Lacandón y Chicabal; después, se desliza por la pegajosa y húmeda selva del declive volcánico, hasta Costa Cuca y su reino de pampas e innumerable vida silvestre.
La lista de éstos va desde el Santa María con 3,722 metros de altitud; Siete Orejas, con 3,370 metros; Cerro Quemado, con 3,197 metros; Chicabal, con 2,900 metros; Lacandón 2,770 metros; y Santiaguito 2,510 metros. El Zunil, con 3,542 metros, se comparte territorialmente con Sololá. Cada volcán tiene su propio atractivo. Santa María es el preferido por los montañistas, expertos y aficionados, porque representa un magnífico reto.
Algunos les llaman domos, otras cúpulas. Son montes de origen volcánico, formados por erupciones de lava que no ha podido extenderse por su gran viscosidad. La ciudad de Quetzaltenango está rodeada de ellos. Se les nombra como El Baúl, La Pedrera, El Galápago y Zunilito. El Baúl o Tecún Umán, está situado al oriente de la ciudad; sus bosques de encinas albergan gran cantidad de aves, ardillas y otros animales. Hay un mirador en la cumbre, senderos y muchas facilidades de acceso.
Posee una laguna en la cumbre; de ascenso fácil, y la laguna es un poderoso imán por su frescura, belleza e integración cultural. Zunil es muy buscado porque cuenta con parajes increíblemente bellos y variados. Santiaguito es inalcanzable por su constante y vigorosa actividad.
Las planicies de Urbina se extienden hacia el noreste de la cabecera. Su extrema fertilidad las condenó a campos de cultivo. Muestran cómo los elementos humanos se integran al paisaje agreste; pero, en todo caso, los Llanos son motivo agradable como primer plano de un horizonte ya de por sí hermoso. Hay en ellos, además, profundas raíces históricas, pues se dice que fueron campo de batalla entre los guerreros k'iche'es, comandados por Tecún Umán, y las huestes españolas de Pedro de Alvarado. Otras llanuras, igualmente gallardas, son las de Chiquilajá, La Floresta, El Chirriés y La Ciénaga.
Sin ser precisamente un elemento de la naturaleza quetzalteca, el zoológico del Parque Minerva, en la cabecera departamental, representa en la romántica urbe una posibilidad para acercarse al ambiente natural. Colinda con los llanos de La Floresta, es un buen motivo para pensar en él como un atractivo de mucho valor y gran calidad. Su agradable ambiente y múltiples facilidades lo transforman en un paseo intensamente aprovechado para días de campo, paseos, caminatas o para ir a descansar a la sombra de un fresco pino.
Agraciado ha resultado Quetzaltenango por la variedad y abundancia de fuentes cálidas. Son resultado de la intensa actividad volcánica del subsuelo. Para la gente son un rico conjunto de posibilidades de paseo, visita ritual, aseo o curación. Todas son medicinales. Ya sea vaporosas, como manantiales, pozas o estanques, individuales o colectivas, calurosas o solamente tibias. Entre las más populares están: Fuentes Georginas, Aguas Amargas, Baños de Almolonga, Baños de Zunil, Baños de Cantel y muchas más.
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